¿Por qué quieres ir a India?

por Andrea Diaz

Pero, ¿por qué quieres ir a India? - Esa era la pregunta que me hacían muchas personas cuando les comentaba que quería visitar este hermoso país. Y la respuesta era muy sencilla, hace once años, tuve la oportunidad de convivir con una chica de la india, su nombre era Sudha, y fue ella quien sembró en mí una gran curiosidad su país. Sudha se encontraba haciendo su doctorado en biología en la universidad estatal de Kansas, yo estaba allí de vacaciones, visitando a mis primos y escabulléndome para entrar a clases de ingeniería de esta universidad.

Sudha me rento una de las habitaciones de su pequeño apartamento, y en corto tiempo llegamos a ser amigas. Un día ella organizó una cena en donde invito a algunos de sus colegas del trabajo (también de origen indio), y me invito a acompañarlos. Fue la primera vez que comí arroz con las manos, y que experimente el sabor de tantas especias juntas.

Yo también quise compartir un poco de la culinaria colombiana, entonces con mis casi nulas habilidades en la cocina, a los 17 años, preparé una deliciosa agua de panela y corte queso con bocadillo. Para mi gran sorpresa, en India también tienen panela y bocadillo. Así que Sudha disfruto de un pasabocas indio/colombiano.

Una de las cosas que más recuerdo era el altar hindú que estaba en la cabecera de mi cama, la primera imagen que yo veía, cuando despertaba en las mañanas, era la cabeza de un elefante sobre el cuerpo de un humano con muchos brazos. Esta figura, junto con fotos de hombres despeinados, con cabello largo, y con pintura sobre sus rostros, me asustaban cuando me encontraba sola en el apartamento. Pero después de unos pocos días, cuando Sudha y yo ya habíamos entrado en confianza, le comenté sobre mi miedo hacia sus altares religiosos, ella simplemente sonrió y me explico quiénes eran todas esas figuras. Y al siguiente día el altar hindú desapareció temporalmente de mí cabecera.

Ella genero una gran curiosidad en mi sobre la India, no solo por su cultura y religión, sino también porque vi en ella el reflejo de un país amigable, divertido y hasta con similitudes con Colombia.

Así que finalmente este año decidí ir a India, mi plan era recorrer el “Golden Triangle” (triángulo de oro), que consiste de New Delhi, Agra y Jaipur. Muchos de mis conocidos, incluyendo amigos de origen indio, estaban asombrados de que me iría sola y en un plan de aventura. Todos me daban muchos consejos para mi viaje, no compres agua si no es en tiendas grandes, nunca tomes bebidas con hielo, lávate la boca con agua embotellada, no comas comida en la calle, lleva comida para todo el viaje, lleva x medicinas por si te intoxicas, no hables con extraños, no salgas en la noche, Uber no es seguro en las noches, etc.

Finalmente el día llego y ya estaba en India. Llegue a su capital, New Delhi, una ciudad llena de vida. Esta es la ciudad más poblada del país y la quinta más poblada del mundo. Es conocida por sus amplias y arboladas avenidas y es el hogar de numerosas instituciones nacionales, museos y monumentos.

Mi viaje comenzó en Old Delhi, un lugar totalmente musulmán, cualquiera esperaría ver templos hindús y vacas, pero no, todo lo contrario, había mezquitas y cabras. El motivo de las cabras era que en esos días se llevaría a cabo la fiesta del sacrificio, llamada "Eid Al-Adha". Esta Fiesta conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán, en el que se muestra la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios, antes de que Dios interviniera para proporcionarle un cordero y que sacrificara a este animal en su lugar. En este día los musulmanes acuden a las mezquitas para la oración y luego sacrifican una cabra, e invitan a sus allegados.

El primer lugar que visite allí fue Jama Masjid o mezquita del viernes, es una de las mayores mezquitas de la India y es el principal centro de culto para los musulmanes de Delhi, tiene dos minaretes (o torres) de 40 metros de alto a los que se puede subir por una escalera de 139 peldaños, desde allí, se puede observar gran parte de la ciudad. El patio principal tiene una capacidad de 25.000 personas. Esta mezquita contiene algunas reliquias del profeta Mahoma: un pelo, una sandalia y la huella de su pisada.

Situado al frente de esta mezquita se encuentra el imponente Fuerte Rojo, este fue un palacio en la nueva capital de Shah Jahan, séptima ciudad musulmana que se erigió en la zona que ocupa la actual Delhi. Cuando me encontraba recorriendo este inmenso fuerte conocí a un local, su nombre era n, el me acompaño en el recorrido por los pabellones imperiales, jardines, mezquitas y diferentes edificios que componen este gran fuerte.

Continuando mi recorrido turístico por Delhi fui a visitar la tumba del emperador Humayun, la cual me daba una pequeña idea de lo majestuosa que sería la tumba de Mumtaz Mahal, el Taj Mahal. Seguidamente visite Qutab Minar y sus monumentos, considerados patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y finalice mi recorrido del día visitando los edificios gubernamentales y la puerta de india, la cual me recordó el arco del triunfo en Francia, además también es un monumento de guerra.

Para mi siguiente día de aventuras en Delhi, acepte el ofrecimiento de Jitin de mostrarme los lugares donde realmente van los locales. Así que fuimos a templos, mercados callejeros, parques y nos transportamos en “auto” (tuk tuk) todo el tiempo. Visitamos Khari Baoli el mercado de especias al por mayor más grande de Asia, y, donde se puede encontrar de todo. Muchas mujeres iban allí a comprar accesorios y la tela para sus hacer sus saris (vestido tradicional indio).

Entre los templos que visitamos estaban el templo de loto, una gran obra arquitectónica que invita a creyentes de todas las religiones a reunirse en un solo sitio. Tengo que admitir que este ha sido el único templo en Asia que me ha transmitido un verdadero sentimiento de paz. Jitin también me llevo al lugar al cual él va, cuando quiere un momento de paz en medio del ruido de la ciudad, un hospital de palomas que se encontraba dentro de un templo hindú – no esperaba ver un lugar tal limpio y aseado, y esta fue una grata sorpresa, ya que para entrar a este hospital tocaba quitarse los zapatos y las medias.

Otro de los templos que visitamos, fue un templo Krishna (Templo Iskcon). A la entrada Jitin compro flores para que las diéramos como ofrenda a los dioses. Luego que entramos, nos sentamos en el piso para acompañar los fervorosos cantos a Krishna. Las flores desprendían un muy rico aroma, en varias ocasiones acerque las flores a mi nariz para olerlas, entonces uno de los gurús del templo me vio, se me acerco y me dijo en hindi, que no ya no podía dar esas flores como ofrenda.

En el templo había muchos cuadros que describían a Krishna. Mostraban como pasó su niñez y adolescencia en medio de pastores. Frecuentemente se le representa tocando su flauta travesera, atrayendo y fascinando a las pastoras. Cada uno de los dioses del hinduismo tiene su propia historia, todas estas historias se encuentran plasmadas en diferentes templos antiguos no solamente en India, pero también en el sureste asiático.

Cuando me encontraba a punto de irme, el gurú que no me permitió dar la ofrenda me regalo un collar de flores bendecido, me dio un pequeño vasito con un líquido blanco para beber y me bendijo. Seguidamente, nos adentramos en un barrio tradicional. Me llamaba bastante la atención ver micos en el cableado de luz, eran tan normales como ver palomas. Almorzamos allí y seguimos una procesión religiosa. Sin la compañía de Jitin, mi nuevo amigo de New Delhi. No hubiese podido visitar muchos de los sitios que conocí, no solo por seguridad, sino también porque conocía la ciudad como la palma de su mano, traducía, regateaba, y me explicaba todo desde la perspectiva de un local.

Delhi es una encantadora ciudad que no se deja opacar por su alta polución, en donde la gente es amable y hay un sinfín de cosas por conocer. Mi siguiente destino era Agra, el hogar del Taj Majal.

Mi plan inicial era tomar trenes entre las diferentes ciudades que conforman el triángulo de oro, sin embargo, preferí contratar un carro con conductor durante 5 días. Esta decisión la tomé basada en mi experiencia en Delhi. En las calles, la estación de tren y mayoría de mercados, el número de hombres sobrepasaba exageradamente al de mujeres, esto debido a que allí muchas mujeres siempre están en sus hogares como amas de casa. Otra razón fue que cada vez que quisiera trasportarme internamente en una ciudad tendría no solamente la dificultad del idioma sino el estrés de que sé que me están cobrando más por no ser local. Por estas razones y también por mi propia seguridad como mujer viajando sola contrate un transporte privado.

Cinco horas tras partir de New Delhi, me encontraba en Agra, hogar del Taj mahal, una de las siete maravillas de mundo moderno. Este es un mausoleo construido entre 1632 y 1653 en la ciudad de Agra, a orillas del río Yamuna, por el emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mogol. Este monumento se erigió en honor de su esposa favorita, Mumtaz Mahal, que murió en el parto de su decimocuarta hija. Para la construcción de esta magnífica obra de arte se necesitó el esfuerzo de unos 20.000 obreros.

El principal material empleado para la construcción fue mármol blanco adornado con piedras semipreciosas. Para trasladar el mármol y otros materiales pesados hacia la cúpula y partes altas de la estructura se construyó una rampa de tierra de 15 kilómetros de longitud, en donde los elefantes tiraban de grandes bloques. Estando allí me llamo la atención que la cúpula tenía un color diferente al del resto del edificio, creí que era de un material diferente, más opaco. El guía me explico que las diferentes fábricas de cuero que se encontraban anteriormente en agra, generaron la suficiente polución para opacar el edificio, y actualmente solo faltaba por limpiar la cúpula.

Estas fábricas daban empleo a la mayor parte de habitantes de Agra, y hace unos años fueron cerradas por el gobierno para preservar el Taj Mahal. Las personas que anteriormente trabajaban en estas fábricas ahora trabajan las mismas técnicas en mármol que les fueron transmitidas por sus antecesores. Ahora fabrican muebles y otros objetos en mármol con incrustaciones de piedras semipreciosas, estas obras de arte no tienen impuesto y en caso de comprar algo muy grande, como una mesa, el gobierno ¡paga el envio hacia cualquier lugar del mundo!. Vale la pena visitar a estos artesanos para ver la dedicación, esfuerzo, y tiempo que requiere hacer tan solo una flor en el mármol.

Siguiente parada, Jaipur, la ciudad rosada, se encuentra ubicada a 5 horas en carro al occidente de Agra. La ciudad fue construida en estuco rosado para imitar la arenisca. En 1905 el príncipe de Gales visitó Jaipur, y para darle una bienvenida, se decidió volver a pintar los edificios de la ciudad de color rosa. Desde entonces, este color se considera un símbolo de la hospitalidad de Jaipur.

Jaipur ha sido el hogar de la realeza por muchos años, el actual rey tiene 19 años, es un jugador de polo profesional y no tiene ningún poder político. Pero la historia de su monarquía dejo en Jaipur hermosos palacios, templos, un observatorio y algunos fuertes. El primer sitio que visité fue Jal Mahal, un hermoso palacio situado en el centro de un lago. Luego me dirigí hacia Hawa Mahal, también conocido como el palacio de los vientos, el cual se construyó para permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas. Visité también el palacio de Jaipur, este constaba de varios edificios, y si pagas el tiquete especial puedes tomar té y galletas en las habitaciones donde la realeza tomaba el té en las tardes. Finalmente visité el fuerte de Amber, ubicado en lo más alto de una montaña, es un palacio fortaleza que cuenta con exquisitos acabados en cada uno de sus cuartos, y ofrece vistas de cuento de hadas.

Pero no todo fue perfecto en mi viaje, no me estaba sintiendo muy bien en Jaipur. El primer día supe sobrellevar el malestar y pude recorrer varios lugares a un paso lento. El segundo día me sentí muy fatigada, recorrí el fuerte de Amber muy jadeante y luego fuí al palacio de Jaipur donde decidí que debía volver al hotel para descansar.

Nunca me había enfermado así en ninguno de mis viajes, estaba intoxicada por algo que me había comido, nunca supe que fue realmente. Nunca tome bebidas con hielo, solo fui a restaurantes recomendados por tripadvisor y nunca comí o tome nada comprado en puestos de la calle. Le pedí el favor a Sandhu, mi conductor, de llevarme a una farmacia, allí me dieron unos medicamentos (el kit del turista) y luego me fui al hotel a descansar.

Intente dormir, pero fue inútil, en la noche llame a la recepción del hotel y pedí un termómetro. Tenía 39.5 grados de temperatura, llame a un colega de trabajo que vivió por varios años en esta ciudad y me recomendó un hospital donde me podría comunicar en inglés y ofrecían un buen servicio médico. Así que llamé un Uber y me fuí al hospital. En el camino, el conductor de Uber muy amablemente me ofreció llevarme a su casa para tomar té y conocer a su mamá. Creo que era lo que menos esperaba o quería escuchar en ese momento.

Fue en ese instante, cuando me di cuenta que había ignorado muchas de las recomendaciones. Tomé un Uber sola y en la noche, interactúe y hasta paseé con un extraño e inconscientemente comí algo malo. Cuando llegue al hospital, fueron menos de 4 minutos desde que llegue a la puerta y estaba en una camilla en urgencias. Me reviso el doctor, y me dijo que estaba altamente deshidratada, así que me colocaron suero.

El doctor dijo que me tendría que quedar allí un día en observación, en ese momento me estrese, ya había perdido medio día por mi enfermedad, no quería perder un día más, mi plan era partir a Pushkar el siguiente día en la madrugada.

Finalmente, el doctor me dijo que si veía una mejora en la noche me podía ir, así que estuve por varias horas en la sala urgencias, en ese tiempo vi muchas familias llegando con sus parientes enfermos, podía sentir una gran cantidad de drama, no entendía el idioma, pero concluí que los indios no tienen nada que envidiarle al drama latino.

Sandhu, mi conductor, fue al hospital tan pronto como se enteró, se quedó conmigo, parado al lado de mi camilla y a la media noche cuando me dieron finalmente de alta, me ayudo a gestionar los papeles de salida, comprar los medicamentos, me dio consejos para mejorarme pronto, y me reclamo por no haberle pedido que me llevara al hospital. La razón era que yo no quería dejarlo esperando allí por un tiempo indefinido, yo sabía que él estaba cansado, porque finalmente era el quien manejaba esos largos trayectos de horas para que yo conociera diferentes ciudades.

Siguiendo las recomendaciones del doctor y Sandhu, no viajamos el siguiente día a Pushkar, nos quedamos en Jaipur. Y realmente fue la mejor decisión, porque fue así que conocí el lugar que más me gusto en la India, el templo de Hanuman, el dios mono. Este templo no tenía turistas extranjeros, solo los locales que lo visitaban por fines religiosos. Tuve la oportunidad de interactuar con varios de los gurús que se encontraban allí, nuestra comunicación fue a través del lenguaje de los gestos y las manos. Ellos me mostraron sus lugares de oración y enseñanza, y me explicaron varias de las figuras del templo, que correspondían a sus múltiples dioses. Ellos me recordaban las imágenes de las fotos de los hombres en el altar de Sudha.

Este templo no consistía de solamente de un edificio, sino de varios edificios, fuentes, piscinas que conformaban una pequeña ciudad que rendía tributo al dios mono. Había cientos de monos, algunos que en altura sobrepasaban mi rodilla. Cuando me encontraba en el medio de una gran población de monos tomando fotos, me di cuenta que las personas allí no se les acercaban, los esquivaban y varios hasta les temían. No entendía el por qué, hasta que... un mono de tamaño mediano ¡se me trepo en la espalda!. Mi reflejo fue un grito que espanto al mono, y me delato como la turista del lugar.

Me apart&eacue; del lugar con la multitud de monos, y alguien se me acerco y me explico que los monos a veces se roban las cosas y salen corriendo, además que también llegan a morder o arañar a la gente. Continuando mi camino por la ciudad de los monos, ahora tratando de esquivar a los monos, llegue a una piscina donde había solamente hombres bañándose, seguí subiendo la escalera que conectaba toda la ciudad y llegue a un templo más pequeño donde alguien me dijo que ese lugar no era tan seguro para turistas. Estaba realmente solo allí arriba, y además esta ciudad templo quedaba alejado de todo rastro de civilización. Entonces decidí que ya era hora de regresar a la hermosa ciudad rosada.

El siguiente día partiría a Delhi, me esperaban 6 horas de regreso. Durante todo el viaje Sandhu y yo nos hicimos amigos, una vez en Delhi el quiso llevarme a su templo, Gurudwara Bangla Sahib. Aprendí bastante sobre el Sijismo, una religión relativamente nueva, creada hace aproximadamente 500 años, que se desarrolló en el contexto del conflicto entre las doctrinas del hinduismo y del islám. En este templo había un museo, centro de atención al turista, donde ofrecían una explicación y material de lectura gratuito, y hasta en español para aprender sobre Sijismo, además también tenían el comedor gratuito más grande del mundo.

Los sijes se caracterizan por cinco artículos que siempre llevan consigo: un pelo largo y sin cortar (por eso usan un turbante), un pequeño peine de madera, un brazalete metálico, ropa interior de algodón y un kirpán (puñal). Este último lo noté en la mitad del primer trayecto de 5 horas, cuando nos detuvimos en un restaurante para almorzar y vi que llevaba un puñal colgado en el cinturón. En ese momento fue cuando tuve que exigir ¡una explicación del porqué de ese artefacto!, y en ese momento me empezó a explicar sobre su religión, y por qué tenía un puñal consigo, me explicó que este simboliza poder y libertad de espíritu, la lucha constante del bien y la moralidad sobre la injusticia. El kirpán o puñal nunca debe desenvainarse para atacar, pero puede usarse para la autodefensa o para proteger a un tercero.

En mi último día en Delhi, quise seguir experimentando la vida de los locales. Nuevamente Jitin se ofreció en acompañarme y me llevo a un lugar donde la gente va a hacerse tatuajes de henna. Los tatuajes de henna son una tradición india, los utilizan las mujeres cuando se van a casar o cuando asisten a un matrimonio como invitadas, y en el caso de los hombres, solamente cuando el día que se casan. La henna tarda alrededor de una hora en secar, las novias se mandan a hacer muy detallados diseños en henna en sus piernas, pies, brazos y manos. Yo me mandé a hacer un tatuaje de henna en una pierna, era un diseño de flores no muy grande, el artista tardo no más de 5 minutos en hacerlo.

No me podía ir de la India sin tomar una clase de danza, así que fui a una academia de baile que se encuentra catalogada como una de las mejores cosas que hacer en Delhi en tripadvisor. Aprendí tres diferentes tipos de baile indio, una coreografía de Bollywood (el Hollywood Indio), una danza en la cual sostenía 2 palos de madera todo el tiempo en mis manos para acentuar los finales de diferentes oraciones, y finalmente una canción que tenía ritmos parecidos a la salsa. Fue muy entretenido, use un vestido tradicional y tuve dos instructores que eran muy graciosos, me decían que no bailara salsa, y que sintiera más el drama de Bollywood en mis movimientos.

India es un lugar lleno de colores y emociones. Sin importar si se es hinduísta, musulmán o sij, la religión se vive profundamente y se manifiesta en la calidad de las personas. No me arrepiento de no haber seguido las recomendaciones de mis amigos, siempre he pensado que para aprender y disfrutar hay que salir de la zona de confort, y arriesgare un poco. Siempre recordando nuestro colombiano interno, que se sabe divertir pero que nunca da papaya.

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